Hace apenas dos décadas, el contacto diario con pantallas estaba limitado a ciertos entornos laborales. Hoy, sin embargo, la situación es muy diferente: desde que despertamos hasta que nos dormimos, interactuamos con teléfonos, computadores, televisores, tablets y relojes inteligentes. De acuerdo con la American Optometric Association, una persona promedio pasa entre 7 y 10 horas diarias expuesta a dispositivos digitales. Este patrón, que combina trabajo, estudio y ocio en entornos visualmente exigentes, está directamente relacionado con el incremento de un trastorno llamado síndrome visual digital o fatiga ocular digital.
El síndrome visual digital no solo genera molestias temporales, sino que puede tener un efecto acumulativo. Los síntomas más comunes incluyen visión borrosa, irritación ocular, dolor de cabeza, sensibilidad a la luz y, tensión en cuello y hombros. Aunque estos síntomas suelen desaparecer tras un descanso, su persistencia puede agravar problemas refractivos, favorecer el desarrollo del síndrome de ojo seco crónico e incluso incrementar la progresión de la miopía, especialmente en niños y adolescentes.
Nuestros ojos están diseñados para alternar entre distancias cortas y largas a lo largo del día, pero el trabajo frente a pantallas exige mantener un enfoque cercano durante periodos prolongados. Esto obliga al músculo ciliar, encargado de ajustar el cristalino para enfocar, a permanecer contraído durante horas, generando fatiga muscular.
Además, al mirar una pantalla, reducimos la frecuencia de parpadeo hasta un 50%. Este simple cambio provoca que la película lagrimal se evapore más rápido, dejando expuesta la superficie ocular y causando sequedad, irritación y enrojecimiento. Por si fuera poco, la luz azul emitida por dispositivos electrónicos, aunque no se ha demostrado que dañe de forma directa la retina, sí interfiere con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Esto significa que pasar horas frente a una pantalla antes de dormir no solo afecta la salud visual, sino también la calidad del descanso.
1. Aplicar la regla 20-20-20 como hábito diario
Cada 20 minutos, aparta la vista de la pantalla y enfoca un objeto a 6 metros de distancia durante 20 segundos. Este ejercicio sencillo relaja el músculo ciliar y reduce la tensión ocular acumulada.
2. Controlar la iluminación y evitar reflejos
La pantalla nunca debe ser más brillante que la luz del entorno. Trabajar en una habitación oscura con un monitor muy luminoso obliga a las pupilas a contraerse y dilatarse constantemente, lo que incrementa la fatiga visual. Utilizar cortinas, ajustar el brillo del monitor y evitar el reflejo de lámparas o ventanas sobre la pantalla son pasos esenciales.
3. Parpadeo consciente y lubricación ocular
Parpadear voluntariamente cada pocos segundos ayuda a mantener la humedad de la superficie ocular. Si la sequedad persiste, es recomendable usar lágrimas artificiales sin conservantes.
4. Ajuste ergonómico de la pantalla y postura corporal
La pantalla debe colocarse a una distancia de entre 50 y 70 centímetros y ligeramente por debajo del nivel de los ojos. Además, mantener la espalda recta, los pies apoyados en el suelo y los hombros relajados previene molestias musculoesqueléticas asociadas al uso prolongado de pantallas.
5. Ejercicios oculares
Alternar la vista entre un objeto cercano (a 30 cm) y uno lejano (más de 6 metros) durante 1 minuto, varias veces al día, mejora la flexibilidad de enfoque y reduce la tensión visual.
6. Revisiones oftalmológicas periódicas
Un examen visual anual permite detectar problemas como miopía, astigmatismo o presbicia, que si no se corrigen, podrían aumentan la exigencia visual frente a pantallas.
El uso intensivo de pantallas es parte de nuestra rutina moderna, pero eso no significa que debamos aceptar la fatiga ocular como algo inevitable. Adoptar medidas preventivas, ajustar el entorno laboral y realizar pausas activas son estrategias simples que protegen la salud visual a largo plazo. Los ojos, al igual que cualquier otra parte del cuerpo, necesitan descanso, cuidado y atención médica periódica. La inversión en estos hábitos es una apuesta segura por una visión saludable en el futuro.
Autor: Emermédica S.A.