



La ansiedad no es solo “nervios”. Es una respuesta biológica que, cuando se vuelve persistente, puede afectar seriamente la salud física y emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300 millones de personas en el mundo sufren algún tipo de trastorno de ansiedad. En Colombia, la Superintendencia Nacional de Salud ha alertado sobre el aumento en los casos de ansiedad, especialmente después de la pandemia. Este crecimiento se asocia con estrés laboral, problemas económicos, sobrecarga de información y estilos de vida poco saludables.
Cuando sientes ansiedad, tu cuerpo activa mecanismos de defensa naturales:
Si esta respuesta se mantiene en el tiempo, puede afectar órganos vitales y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, inmunológicas e incluso metabólicas. Esto demuestra que la ansiedad no solo afecta la mente: también impacta directamente en el cuerpo.
Identificar el tipo de ansiedad es clave para un tratamiento eficaz. Los más comunes, son:
Preocupación excesiva y constante por situaciones cotidianas, acompañada de síntomas físicos como tensión muscular, palpitaciones y problemas digestivos.
Aparecen episodios repentinos de miedo intenso, dificultad para respirar y sensación de pérdida de control.
Miedo extremo a situaciones u objetos particulares, como volar, hablar en público o ver sangre.
Miedo intenso a ser juzgado o humillado en público, que limita actividades sociales y laborales.
Aunque tienen características propias, comparten síntomas de ansiedad crónica y afectan gravemente la calidad de vida.
La ansiedad no tiene una única causa. Generalmente surge de una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales:
Reconocer estos factores de riesgo es un primer paso fundamental para la prevención.
La ansiedad puede manifestarse de forma diferente en cada persona. Sin embargo, algunos signos comunes incluyen:
Si estos síntomas se presentan de forma repetida durante más de dos semanas, es recomendable buscar evaluación médica.
Ignorar la ansiedad puede tener consecuencias serias:
Por eso, actuar a tiempo es clave para evitar que un problema emocional se convierta en una enfermedad más compleja.
La prevención es una herramienta poderosa para cuidar la salud mental. Algunas prácticas recomendadas por la OMS y entidades médicas:
Consumir alimentos ricos en triptófano, magnesio, zinc y omega-3 favorece el equilibrio emocional y reduce los niveles de cortisol.
El ejercicio libera endorfinas, mejora el estado de ánimo y ayuda a regular la respuesta del cuerpo al estrés.
Mindfulness, yoga o ejercicios de respiración profunda disminuyen la tensión muscular y promueven el bienestar emocional.
Dormir entre 7 y 8 horas diarias permite una adecuada regulación emocional.
Consultar con médicos y profesionales de salud mental ayuda a detectar signos tempranos y recibir orientación adecuada.
Recuerda: la ansiedad no es debilidad, es una condición de salud que merece atención.
Los trastornos de ansiedad son cada vez más comunes, pero también son tratables si se detectan y atienden a tiempo. La combinación de hábitos saludables, prevención y atención médica adecuada es clave para mejorar la calidad de vida.


Autor: Emermédica S.A.