En Colombia, el bullying o acoso escolar ha dejado de ser un problema aislado para convertirse en una preocupación de salud pública. Lejos de tratarse de simples “juegos” o “bromas de niños”, el bullying implica conductas repetidas de maltrato físico, verbal, social o digital que buscan someter o humillar a otra persona. Este fenómeno se caracteriza por tres elementos centrales: la intención de hacer daño, la reiteración en el tiempo y la existencia de un desequilibrio de poder entre agresor y víctima.
En Colombia, según el Ministerio de Educación, el bullying puede clasificarse como:
Las estadísticas más recientes revelan una situación que requiere atención inmediata. En 2023, el 23 % de los estudiantes colombianos declaró sufrir bullying “regularmente o siempre”, ubicando al país en el puesto 11 entre los miembros de la OCDE en prevalencia de acoso escolar. Ese mismo año, el Sistema Único de Información de Convivencia Escolar (SUICE) registró 6.180 casos de bullying de Tipos II y III, lo que representa un incremento de casi 2.700 casos frente a 2022. Desde 2020 hasta marzo de 2025, el acumulado asciende a 11.161 reportes de acoso escolar, ciberacoso y agresión física o verbal, una cifra que, según expertos, refleja solo la punta del iceberg, ya que muchos casos no son denunciados por miedo o desconocimiento.
En el contexto colombiano, el bullying puede adoptar múltiples formas:
Acoso físico: empujones, golpes, patadas o el daño intencional a pertenencias.
Acoso verbal: se manifiesta en insultos, apodos ofensivos o amenazas.
Acoso relacional: busca aislar a la víctima mediante rumores, manipulación de amistades o exclusión social.
Ciberacoso: se da a través de mensajes, publicaciones o fotos en redes sociales con el objetivo de intimidar. Detectar a tiempo estos comportamientos es clave. Los signos de alerta incluyen cambios bruscos en el comportamiento, desmotivación escolar, pérdida o daño recurrente de objetos personales, lesiones sin explicación clara, alteraciones en el sueño o la alimentación y, en casos más graves, expresiones de desesperanza o ideas suicidas.
En el hogar:
En la escuela:
Capacitar a docentes y familias en detección de acoso, promover habilidades socioemocionales y una cultura de denuncia.
El acoso escolar en Colombia mantiene niveles alarmantes que afectan la salud mental y el desarrollo integral de los menores. Sin embargo, existen caminos claros: detección oportuna, formación emocional, protocolos escolares sólidos y el compromiso activo de familias, escuelas y autoridades.
Autor: Emermédica S.A.